Los 90.
La derecha gana las elecciones.
Fukuyama proclama “el fin de la historia” y lo único que queda es un largo futuro de capitalismo neoliberal.
Y aguantárselas.
En la pausa del café, 5 veteranos en torno al periódico del capital.
Cinco trabajadores quieren ser ricos.
Apostando a la bolsa.
Los cinco se ven ya como hombres de traje oscuro y no veteranos de overol.
N, la voz cantante, la voz de experto.
“Con este gobierno tenemos la oportunidad de volvernos ricos. El Partido de Izquierda una amenaza”.
“Con este gobierno tenemos la oportunidad de volvernos ricos. El Partido de Izquierda una amenaza”.
C, nervioso: “el derecho laboral, las conquistas? ¡Precisamos al Partido de Izquierda para eso!”
N, categórico ”alcanza con la socialdemocracia” y en su cabeza ya cambió el overol azul por el traje oscuro.
Pregunto suavemente, con curiosidad de no iniciado: “¿E, crees que es buena idea arriesgar nuestros ingresos que ganamos entre ruido, suciedad, en los más perversos horarios, apostando a la bolsa?”
E, el más veterano, protector, padre que aconseja, brazo sobre mis hombros ”muchacho, a largo plazo somos todos ganadores”.
Vuelvo al trabajo después de casi tres años.
”Muchacho, a largo plazo somos todos ganadores”.
El mismo lugar.
La misma pausa del café.
Los mismos overoles.
Peores condicones de trabajo.
Los mismos cinco, apartados como siempre del resto, la misma mesa.
No alrededor del periódico del capital.
Sino el guía de los caballos.
”E, ¿que pasa E? ¿Cambiaron “la biblia” especializada de las finanzas por la de los caballos?”.
E, igual de protector, consejero, el mismo brazo sobre mis hombros: ”muchacho, con los caballos sabemos cuanto perdemos. Cuanto elegimos perder.”